Testimonios y vivencias

Rosa Amelia Cisternas Rojas, nació en la localidad de Punitaqui el 10 de diciembre de 1943. Hija de don Germán Cisternas Rosales y de doña Isolina Rojas Guerrero, quienes llegaron a vivir a La Serena frente a los terrenos que ocupaba la población de la Empresa Juan Soldado (Fábrica de Cemento Juan Soldado).
Muchos de los habitantes de esa población provenían de lugares como Punta Teatinos, Caleta San Pedro.
La población tenía habilitadas una escuela y una iglesia.
La pulpería era atendida por don Armando y doña Olga.
La escuela se encontraba ubicada dentro de una cancha cercana a la carretera y al costado derecho de la entrada a los terrenos de población. Tuvo como maestros a doña Laura Copier, al señor Mansilla y otros más.
Muchos alumnos de lugares aledaños asistían a esta escuela, algunos que eran de Punta Teatinos demoraban un par de horas en llegar a clases, más bien para copiar las tareas y regresar a casa.
La entrada principal tenía un portón y una puerta de fierro. Atravesando aquellos se continuaba por un camino sinuoso, al costado habían unos matorrales donde se contaba se aparecía el “hombre perro”. Este cuento decía que “él” se aparecía a los niños y a los borrachitos. Cansados luego de esas historias, cuatro pobladores decidieron un día hacerse pasar por tales y ver si aparecía el mentado “hombre perro”. Y siendo así el hecho descubrieron que el cuento no era tal. Un bromista con no claras intenciones se disfrazaba con una cabeza de perro y se le aparecía a los descuidados e inocentes transeúntes. Fue su última aparición.
Terminando este recorrido se llegaba a un arco de fierro que señalaba la población misma. A la derecha, la primera corrida de casas, la de los empleados. Allí vivian la familia de los Soto, la señora Elena Herrera (Cruz Roja), los Araya, don Raúl Munizaga (tarjetero).
A la izquierda, las casas de los obreros, perpendiculares a la entrada, tras aquellas los camarotes, como se le denominaba a las pobres barracas destinadas a los trabajadores solteros. El patio trasero de los camarotes era la quebrada. Las casas de los obreros miraban a la plaza y cruzando aquella se encontraba la iglesia y el cuartel de bomberos. Un poco más al sur, la quebrada chica.
La línea del ferrocarril, paralela a la carretera, cerraba el lado oriente.
Algunos familias de pobladores:
Los Vergara, Los Mayer, Los Pacheco, Los Toro, Los Arqueros; Familia de don Moisés Jeraldo, de don Humberto Cortés (practicante), doña Carmen Andueza ( ).
Las familias de don Pedro Vera, de don Luis Contreras, los Contreras, los Arqueros, los Vega y los Vergara entre otros eran originarios de Punta Teatinos.
La expropiación de los terrenos de la Población Juan Soldado se realizó con el fin de destinarlos a parcelas agrícolas. Los trabajadores entonces fueron ubicados en terrenos de la Compañía Baja, en la denominada Población Fiscal.
María Eliana Araya Larraguibel nos cuenta que su padre era el encargado del pago de jornales los que se entregaban en "sobres de sueldo", la ventanilla de cajero miraba al mar. Esos días a veces tenía que quedarse hasta tarde, entonces aprovechaban de ir a buscarlo. Recuerda que la escuela tenía su patio de arena de playa, los regresos cruzando una torre y los obreros con sus antiparras. Una correa transportadora vaciaba los residuos a una laguna donde gustaban ir jugar con los pies hundidos en la borra. El único taxi era el de don Gustavo Herrera. El otro transporte para la ciudad era la micro del perro galgo, que de regreso debían esperar frente al edificio de Vialidad.

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